La difícil y heroica lucha de las víctimas colombianas
Me faltaba por publicar un post sobre la segunda pata del
viaje: la cuestión de las víctimas del conflicto. Al hablar de conflicto no nos
estamos refiriendo necesariamente al conflicto entre el gobierno y las FARC,
sino en general del conflicto de tierras, que es la raíz del problema y una
fuente fundamental de violencia.
Audiencia con campesinas y campesinos en San Benito Abad, Sucre |
Volviendo al viaje, en realidad el objetivo fundamental del
mismo es éste: verificar y difundir/denunciar el estado de los Derechos Humanos
en el país y las violaciones de los mismos. Para ello, a lo largo del mismo
mantuvimos reuniones por todo el país recogiendo el testimonio de colectivos de
campesinos, de desplazados y amenazados, de defensores de derechos humanos,
grupos de profesores -que han sido objeto de la violencia de una manera
especialmente incisiva-, colectivos LGTB+, organizaciones sociales...
Reflejar en un único post lo recogido en aquellas reuniones
interminables parece imposible. Lo más que puedo intentar expresar es la
sensación de impotencia en largas sesiones con un calor agobiante en que uno
tras uno, grupos de 50, 60 personas te iban contando su drama personal:
asesinatos, abusos, injusticias... sin que viéramos cómo todas estas personas
podrían ver mejorada su situación, si algún día se les reconocería la
injusticia. Y sobre todo, la tristeza por ver como ponían su malograda
esperanza en que pudiéramos quizás ayudarles de alguna manera, sabiendo que nosotros
no podremos ir más allá de en las reuniones con el gobierno denunciar todo
esto, pero que no se va a mover absolutamente nada. Es decir, el gobierno
reconoce el problema y en cierta medida intenta abordarlo -aunque en numerosas
ocasiones forma parte del mismo-, pero la magnitud del conflicto es tal, que
parece imposible que allí se pueda conseguir un mínimo de justicia.
Asamblea campesina en Sumapaz, Cundinamarca |
¿Cuáles son los elementos de este conflicto? Desde luego,
cualquier análisis es complejo. Pero, sin lugar a dudas, en el fondo del asunto
hay razones económicas que en cada una de las injusticias y violaciones que
recogimos, se pueden encontrar. Sean los megaproyectos mineros de Cajamarca y
otros lugares, las plantaciones de palma -el desierto verde-, de coca y amapola
y el consecuente problema del narcotráfico, la lucha entre terratenientes y
pequeños propietarios... la tierra es un bien disputado, y cuando tiene un
valor especialmente alto, parece que el valor de la vida se pone en cuestión.
Audiciencia en la Finca La Europa, Sucre |
Al servicio de los intereses económicos en Colombia hay un
ejército fuerte: el de los paramilitares. Originalmente los grupos
paramilitares se justificaron como el contrapunto de la guerrilla - la defensa
frente a la amenaza comunista. A partir de 2003 el ex-presidente Uribe inició
un proceso de desmovilización de los paramilitares, pero que no llevó más que a
una atomización de los grupos. Sobre este tema, es muy interesante leer este
documento sobre el "Neoparamilitarismo en Colombia" y este artículo sobre el paramilitarismo en el contexto del proceso de paz.
En cuanto a su origen real, no se puede ignorar que varios altos mandos del
ejército y el gobierno fueron denunciados por su vinculación
con el paramilitarismo.
A día de hoy el país está plagado de paramilitares que
amenazan, asesinan, establecen toques de queda... Y el gobierno insiste en que
los paramilitares ya han desaparecido, y estas no son más que bandas
criminales. Pero desde que se inició el proceso de paz con las FARC, la
violencia de los paramilitares ha crecido de manera exponencial: es el camino
para ocupar esos vacíos de poder, que no son más que oportunidades de
explotación económica. ¿A quién matan? Fundamentalmente a activistas - personas
vinculadas a las organizaciones sociales que les van a hacer frente en las
comunidades donde se quieren establecer.
Amenazas enviadas por grupos paramilitares en el departamento del Cauca |
Este fue un viaje de claroscuros, aunque ciertamente los
claros muchas veces había que esforzarse en encontrarlos. Uno sin duda es el
proceso de paz, que, aunque es un camino lleno de espinas, es al menos una
esperanza, una posibilidad. Para mí, sin embargo, la gran baza de Colombia es
el heroísmo de la gente. En todo este viaje nos hemos encontrado con personas
jóvenes y viejas que no daban el brazo a torcer y se empeñan en la lucha:
estudiantes que trabajan mano a mano con presos políticos; abogados y abogadas
que arriesgan sus vidas pero que siguen apoyando a las comunidades más
vulnerables para que puedan defender sus derechos -increíble la cantidad de
gente a la que el gobierno ha tenido que poner esquemas de seguridad por las
amenazas que sufren (guardaespaldas, coches blindados...). Grupos de campesinos
que se organizan para recuperar la tierra que les han arrebatado, sabiendo que
se la juegan por ello. Quizás en semejante contexto de injusticia es dónde se
entiende perfectamente porqué merece la pena pelear.
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