La difícil y heroica lucha de las víctimas colombianas



Me faltaba por publicar un post sobre la segunda pata del viaje: la cuestión de las víctimas del conflicto. Al hablar de conflicto no nos estamos refiriendo necesariamente al conflicto entre el gobierno y las FARC, sino en general del conflicto de tierras, que es la raíz del problema y una fuente fundamental de violencia. 

Audiencia con campesinas y campesinos en San Benito Abad, Sucre
En 2011 se aprobó en Colombia una Ley de de Víctimas y de Restitución de Tierras con el objetivo de afrontar este problema - de cara a la construcción de un país en paz. Para aplicar la ley (con el registro de víctimas, medidas de reparación, etc.) se creó una Unidad para las Víctimas. Con ellos nos reunimos en Bogotá, y el mensaje fue demoledor: están sobrepasados. Los datos del gráfico proceden de la Unidad. De un país de algo menos de 50 millones de habitantes, estamos hablando de casi un 20% de su población. No en vano Colombia es el segundo país del mundo con más desplazados internos, por detrás de Siria. 



Volviendo al viaje, en realidad el objetivo fundamental del mismo es éste: verificar y difundir/denunciar el estado de los Derechos Humanos en el país y las violaciones de los mismos. Para ello, a lo largo del mismo mantuvimos reuniones por todo el país recogiendo el testimonio de colectivos de campesinos, de desplazados y amenazados, de defensores de derechos humanos, grupos de profesores -que han sido objeto de la violencia de una manera especialmente incisiva-, colectivos LGTB+, organizaciones sociales... 


Reflejar en un único post lo recogido en aquellas reuniones interminables parece imposible. Lo más que puedo intentar expresar es la sensación de impotencia en largas sesiones con un calor agobiante en que uno tras uno, grupos de 50, 60 personas te iban contando su drama personal: asesinatos, abusos, injusticias... sin que viéramos cómo todas estas personas podrían ver mejorada su situación, si algún día se les reconocería la injusticia. Y sobre todo, la tristeza por ver como ponían su malograda esperanza en que pudiéramos quizás ayudarles de alguna manera, sabiendo que nosotros no podremos ir más allá de en las reuniones con el gobierno denunciar todo esto, pero que no se va a mover absolutamente nada. Es decir, el gobierno reconoce el problema y en cierta medida intenta abordarlo -aunque en numerosas ocasiones forma parte del mismo-, pero la magnitud del conflicto es tal, que parece imposible que allí se pueda conseguir un mínimo de justicia.

Asamblea campesina en Sumapaz, Cundinamarca

¿Cuáles son los elementos de este conflicto? Desde luego, cualquier análisis es complejo. Pero, sin lugar a dudas, en el fondo del asunto hay razones económicas que en cada una de las injusticias y violaciones que recogimos, se pueden encontrar. Sean los megaproyectos mineros de Cajamarca y otros lugares, las plantaciones de palma -el desierto verde-, de coca y amapola y el consecuente problema del narcotráfico, la lucha entre terratenientes y pequeños propietarios... la tierra es un bien disputado, y cuando tiene un valor especialmente alto, parece que el valor de la vida se pone en cuestión. 

Audiciencia en la Finca La Europa, Sucre


Al servicio de los intereses económicos en Colombia hay un ejército fuerte: el de los paramilitares. Originalmente los grupos paramilitares se justificaron como el contrapunto de la guerrilla - la defensa frente a la amenaza comunista. A partir de 2003 el ex-presidente Uribe inició un proceso de desmovilización de los paramilitares, pero que no llevó más que a una atomización de los grupos. Sobre este tema, es muy interesante leer este documento sobre el "Neoparamilitarismo en Colombia" y este artículo sobre el paramilitarismo en el contexto del proceso de paz. En cuanto a su origen real, no se puede ignorar que varios altos mandos del ejército y el gobierno fueron denunciados por su vinculación con el paramilitarismo.

A día de hoy el país está plagado de paramilitares que amenazan, asesinan, establecen toques de queda... Y el gobierno insiste en que los paramilitares ya han desaparecido, y estas no son más que bandas criminales. Pero desde que se inició el proceso de paz con las FARC, la violencia de los paramilitares ha crecido de manera exponencial: es el camino para ocupar esos vacíos de poder, que no son más que oportunidades de explotación económica. ¿A quién matan? Fundamentalmente a activistas - personas vinculadas a las organizaciones sociales que les van a hacer frente en las comunidades donde se quieren establecer. 

Amenazas enviadas por grupos paramilitares en el departamento del Cauca

Este fue un viaje de claroscuros, aunque ciertamente los claros muchas veces había que esforzarse en encontrarlos. Uno sin duda es el proceso de paz, que, aunque es un camino lleno de espinas, es al menos una esperanza, una posibilidad. Para mí, sin embargo, la gran baza de Colombia es el heroísmo de la gente. En todo este viaje nos hemos encontrado con personas jóvenes y viejas que no daban el brazo a torcer y se empeñan en la lucha: estudiantes que trabajan mano a mano con presos políticos; abogados y abogadas que arriesgan sus vidas pero que siguen apoyando a las comunidades más vulnerables para que puedan defender sus derechos -increíble la cantidad de gente a la que el gobierno ha tenido que poner esquemas de seguridad por las amenazas que sufren (guardaespaldas, coches blindados...). Grupos de campesinos que se organizan para recuperar la tierra que les han arrebatado, sabiendo que se la juegan por ello. Quizás en semejante contexto de injusticia es dónde se entiende perfectamente porqué merece la pena pelear.


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