Dando pasos de cangrejo

Qué tristeza y vergüenza da leer desde aquí las noticias sobre Europa. Bueno, da igual desde donde se lea, es deprimente. Después de unas reacciones lamentables a la crisis, donde los políticos no supieron ofrecer más que respuestas populistas y superficiales en un momento que ofrecía la oportunidad de abordar grandes –y necesarias- reformas, la crisis humanitaria que se ha desatado en las costas del mediterráneo como consecuencia de la crisis libia (en verdad creo que utilizar la palabra crisis es tibio, más nos valía encarar que lo que tenemos entre manos es una guerra) de nuevo deja a los políticos europeos, y sospecho que a las sociedades también, en evidencia. No están (estamos) a la altura de los tiempos, no me cabe duda.

¿Cómo es posible que ante semejantes acontecimientos, en que los pueblos de una región tan castigada como es el norte de África y Oriente Próximo se levantan con admirable valentía para reivindicar sus derechos, y sobre todo libertad, en Europa los políticos sólo están consiguiendo ponerse de acuerdo para cerrarles las puertas? No me cabe en la cabeza que en estas circunstancias, a nadie le de vergüenza ponerse a discutir el cierre del espacio Schengen por “circunstancias extraordinarias”.  Asco de eufemismos.

Como dice The Economist, el cambio en los países árabes no será suave ni inmediato, y en muchos lugares probablemente fracase. Pero no me cabe duda de que ahí es donde hoy circula la sangre viva del mundo, y no en Europa en donde no hay más que podredumbre. Sinceramente, no entiendo cuáles son los valores que se supone que Europa quiere representar ¿democracia? Sólo cuando no afecte nuestros intereses. ¿Libertad? Para la circulación de mercancías y capitales, está claro. ¿Prosperidad compartida? Está expresión recuerdo haberla leído mil veces durante mi trabajo de fin del máster en documentos de la UE, como una de las prioridades esenciales en la política europea hacia el mediterráneo. Papel mojado. Más les valía quemarlo, antes de que a nadie se le ocurra releerlo.

Después de dedicarnos durante años a dar lecciones morales a Estados Unidos, parece que nos toca el turno de recibirlas. Para un análisis un poco más pausado, vale la pena leer la columna de Jose Ignacio Torreblanca en El País. Estamos en el abismo xenófobo, como escribe él. Y prepárense, porque ese es el futuro de Europa.

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