De la selva al barro: encuentros con las FARC-EP
El acuerdo de paz de Colombia, tras el traspiés del "no"
en el plebiscito el 2 de octubre, tuvo que ser revisado por el gobierno teniendo en cuenta la postura de los grupos contrarios al acuerdo. En noviembre siguió su firma, y fue ratificado por
el parlamento colombiano este mismo mes sin volver a plantearse un plebiscito.
El acuerdo es un texto complejo y detallado, que no solo aborda el fin del
conflicto armado sino también otros problemas estructurales que están en la
base del mismo: la cuestión agraria, el problema de las drogas ilícitas, y la
reparación de las víctimas.
Zona veredal La Elvira, Cauca |
En cuanto al fin del conflicto armado, el planteamiento del
acuerdo de paz es el siguiente: a los 5 días de la firma del acuerdo, las
tropas de las FARC-EP comenzarán a concentrarse en las más de 20 zonas
veredales designadas. A partir de ahí comienza el desarme (en 180 días) y su
transición a la vida civil y política, ya que se espera que formen un partido
político y concurran a las próximas elecciones.
Dos de estas zonas fueron las que visitamos en Colombia: llegamos
a Bogotá el 19 de febrero, y el 20, después de volar a Calí y hacer un largo
viaje en furgo, ya nos encontrábamos en una de estas zonas, la Elvira, en el
departamento de Cauca. El viaje comenzó con polémica, ya que cuando nos encontrábamos
a media hora del lugar, un control del ejército nos paró y nos retuvo durante
tres horas por un desacuerdo sobre si teníamos permiso o no de acceder. Finalmente
seguimos adelante, tras la intervención del comandante representante de las
FARC en la zona, representantes de Naciones Unidas, y de todo el que quiso meterse
a opinar. El debate de fondo era si el gobierno tenía derecho a restringir las
visitas a las FARC, cuestión preocupante ya que el objetivo de las zonas
veredales es iniciar la integración en la vida civil de la tropa, y no su
aislamiento; las zonas veredales no son cárceles.
Muestra de armamento de cara al desarme, zona veredal La Fila, Tolima |
Tanto en esta zona como en la otra que visitamos días
después (La Fila, en el departamento de Tolima), constatamos el primer problema
con la implementación: como siempre, la burocracia y la mala organización logística.
Cuando llegaron las tropas a las zonas veredales, no había nada construido y
tuvieron que hacerse sus propios campamentos. Algo que escuchamos de varias de
las personas de la guerrilla con las que hablamos, es que en muchos aspectos tenían
mejores condiciones en la selva. La verdad es que las FARC eran todo un Estado paralelo en algunas zonas de Colombia, regulando incluso los niveles de ruido de las poblaciones que controlaban. En las zonas veredales era llamativa la capacidad de autosostenimiento y abastecimiento de la guerrilla. Un ejemplo: nos encontramos guerrilleras con aparato (ortodoncia). ¿En serio, en plena guerra y arreglándose los dientes? Pues sí.
Volviendo al estado de las zonas veredales, se planteaba si el incumplimiento por el gobierno de sus obligaciones podría empujar a una ruptura del acuerdo. Sin embargo, los comandantes con los que nos entrevistamos afirmaron
en varias ocasiones, y sin dudarlo, que a pesar de todo, en el proceso de desmovilización no
había marcha atrás; no firmaban la paz tras más de 50 años de guerra para que
les pusieran un buen campamento, sino porque entienden que su lucha debe seguir en el plano político, y que ahí está su fuerza, en el apoyo de los
movimientos sociales.
La cuestión del cumplimiento o incumplimiento da para varias
tesis doctorales. Quien quería ser optimista opinaba que en lo fundamental, el
gobierno cumplía. A fin de cuentas, se habían concentrado en zonas identificadas
por el gobierno, y no los habían bombardeado. También varios comandantes
reconocieron la voluntad del Presidente Santos de cumplir. En las reuniones que
tuvimos con el mecanismo de monitoreo (comité tripartito con representación del
gobierno -normalmente el ejército-, las FARC y la ONU) se reconocía como algo muy positivo la
colaboración que se estaba dando y las buenas relaciones entre antiguos
enemigos, FARC y ejército.
Zona campamentaria en la vereda de La Fila, Tolima |
Sin embargo, en muchos aspectos el acuerdo no acaba de salir
adelante: más allá de los incumplimientos en las zonas veredales, la
Jurisdicción Especial para la Paz (establecida para resolver los delitos vinculados al conflicto y reparar a las víctimas) y los procedimientos de amnistía y e indulto
no acaban de implementarse, según algunas acusaciones por falta de voluntad de
jueces y tribunales.
Como afirmó Todd Howland, Alto Comisionado de NNUU para la
Paz, el gobierno está muy dividido: hay gente con buena intención, y otros con
intereses específicos en contra del acuerdo de paz que hacen lo posible por dificultar su implementación. Por ejemplo, respecto a los cultivos ilícitos (coca, marihuana,
amapola), en el acuerdo se establece un mecanismo de sustitución acordada con
los campesinos. En la práctica, sigue en muchos lugares la erradicación forzosa
de estos cultivos (fruto en gran medida del Plan Colombia), dejando
en la absoluta precariedad a los campesinos, que no siempre pueden escoger qué
cultivar. El problema de la erradicación está generando altos niveles de tensión con las comunidades campesinas, sin que haya rectificación por el gobierno. Si nos encontramos ante un problema de
incapacidad, o una manifiesta falta de voluntad, es algo para discutir.
Pero
desde luego no es muy esperanzador que aspectos que parecen más sencillos y
prácticos de resolver estén dando tantos problemas; es difícil confiar en que
se vaya a llegar muy lejos entonces con el tema mucho más complejo y de fondo:
la reforma agraria. Y es en esta cuestión donde reside el avance real para la
población de Colombia, sin querer minimizar, por supuesto, los beneficios
inmediatos de la paz.
Discusión con guerrilleros, zona veredal La Fila, Tolima |
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